jueves, 1 de febrero de 2007

La Responsabilidad Social Empresarial y Universitaria. Raúl Quero

Reflexiones Finales.

La responsabilidad social empresarial está en boga, pero no sólo debe ser una moda gerencial, pues si esas prácticas como las modas son efímeras, su papel de orientar y apoyar a la sociedad se diluiría con el tiempo. Muchas empresas piensan que el posicionamiento es lo más importante pero la comparación y valoración de sus servicios también lo es. Es la manera como valoran a la empresa, una vez que ha sido comparada con el resto. La razón de la responsabilidad social tiene que ver directamente con su reputación, con el valor que le dan las personas. En este orden de ideas, la ética significa estar bien, con uno mismo, para estar bien con los demás ó viceversa; la ética de las organizaciones significa lo mismo, ellas deben estar bien, para estar bien con la sociedad.
Es por ello, que los proyectos de responsabilidad social empresarial podrían parecer parte de una moda gerencial pero tienen tratamiento estratégico y se basan en decisiones corporativas que buscan rentabilidad. Lo que comenzó como mera filantropía hoy se entiende como un plan de negocio que crea fidelidad de marca, atrae inversionistas y rinde beneficios contables a las compañías.
Bajo este contexto, y por el hecho que en un principio la responsabilidad social se percibía como un acto de heroísmo, con el cual las corporaciones apoyaban a la colectividad, especialmente la que vive en sus entornos inmediatos; se tomó conciencia de que las empresas tienen responsabilidades no sólo frente al desarrollo económico en los países donde operan, sino frente a temas sociales y ecológicos. Así, en los últimos años comenzó a cobrar sentido el concepto de responsabilidad social empresarial como una manera terminar con la actitud empresarial ajena a la ética.
No obstante, debe existir una relación entre la responsabilidad social empresarial y los problemas de exclusión, pobreza e inequidad que viven los pueblos poco industrializados. En este escenario, las prácticas sociales de las corporaciones se han perfeccionado y profesionalizado tanto que ya no se trata de hacer actos nobles, sino de diseñar una filosofía corporativa que se funda con los roles gerenciales. Y es que los expertos insisten en que mientras muchos actores externos se benefician de iniciativas sociales, las empresas, al aplicarlas, terminan por construir marca, garantizarse la lealtad de sus clientes y atraer inversionistas, con lo cual siempre generan rentas a largo plazo; es por esto, que el tema social es una estrategia de negocios que perdura en el tiempo y no una dádiva que se entrega y luego no se sabe a dónde llegó.
Así mismo, la responsabilidad social empresarial es un estado de conciencia del impacto del negocio. Pues más allá de producir riqueza, muchos ejecutivos están entendiendo que el rol de la empresa es generar valor social, más todavía en un país con un mercado enorme y con grandes cambios en sus patrones de consumo que hoy exige de las empresas una nueva forma de vinculación, más allá del producto que vende.
Ahora cada vez más compañías saben que hay que atender a un consumidor que pide que se comprenda que es empleado y consumidor, y por lo tanto exige un clima laboral coherente, más transparencia en la relación laboral y, sobre todo, que la empresa tenga rostro. Una empresa responsable crea valor a la sociedad, respeta a las comunidades y forma parte de ellas. Hay una especie de convergencia en la cual las compañías que producían valor económico están preocupándose por producir valor social, y las organizaciones de la sociedad civil que producían valor social están preocupándose por generar valor económico.
De esta misma manera que, cuando los consumidores perciben a una empresa como una organización responsable, diferencian su producto de los del competidor e incluso estaría dispuesto a pagar más, es necesario que exista una cierta fidelidad. Nada dura si está lejos de la ética y ningún mercado sustituyen la conciencia.
La responsabilidad social empresarial aporta a las corporaciones paz laboral, capacidad de movilización, apoyo del consumidor, lealtad y respeto, acceso inmediato a inversiones, mayor capacidad para atraer recurso humano, menos riesgos legislativos, mayor sostenibilidad del modelo de negocio, mayor inclusión social.
En este sentido, se debe considerar también la Responsabilidad Social Universitaria entendida como la capacidad que tiene la universidad de difundir y poner en práctica un conjunto de principios y valores a través de cuatro procesos claves: Docencia, Investigación, Extensión y Gestión.
Muchas universidades consideran que su responsabilidad social termina cuando logran la exigencia y calidad académicas, producen un buen número de diplomas y grados, y hasta cultivan las destrezas y habilidades de sus consumidores. Pero la función universitaria como servicio público debe satisfacer las demandas de las comunidades y, por lo tanto, anticiparse al futuro para preparar a personas capaces de sobrevivir en un tipo de sociedad que cambia a una velocidad abismal y que separa la sociedad en la cual se adquirió los aprendizajes con la sociedad en la cual se requiere ponerlos en práctica.
De esta manera, la responsabilidad social permite a las instituciones gozar de pertinencia en la medida en que no sólo responde y cumple con las exigencias convencionales de la ley y el derecho, sino que también se muestra como organización solidaria preocupada por los males que aquejan a la sociedad. No se trata de hacer activismo social, sino de estructurar un proceso sostenible y social articulado a las políticas, estrategias y objetivos de la organización.

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